lunes, 7 de febrero de 2011

Los libros deberían tener soundtrack

Ayer empecé a escribir mi cuento. Van 634 palabras, y me parece un buen número para empezar. Después de todo, Virginia Woolf era la que se obligaba a escribir todos los días al menos 200 palabras, al menos cuando escribía Mrs. Dalloway. Con esperanzas de no escuchar voces en griego en ningún futuro cercano, hoy no tengo ganas de escribir, ni de leer. Simplemente espero el momento en que Anna Nalick, o mi nueva chica, Holly Brook, me impulsen a seguir escribiendo. Holly Brook es mi writting soundtrack, mientras que Anna Nalick, que me ha ahorrado miles e infinitas terapias (a ver si algún día le escribo una thank you note, o me las doy de stalker por Twitter y trato de contactarla de alguna forma), es el soundtrack de mi cuento.

Porque sí, siempre he sido de la idea que los libros deberían tener soundtrack. Quizá algún día, cuando ya escriba novelas, una de ellas tendrá un soundtrack específico. Así como que cada capítulo tenga por título una canción, ó, incluir en junto al libro un CD con la música con que me imagino al lector leyendo la novela.

Mi cuento, mi paréntesis, se basa principalmente en 3 canciones de Anna Nalick: "The Lullaby Singer", "Words", y "Break Me Open". Las tres, sobre todo "Words" calzan perfecto con el mood de mi cuento, a veces con la historia misma y con los personajes, y hasta pienso en agregar un epígrafe con alguna estrófa o línea de esas canciones, o quizá incluir alguna línea como diálogo, quien sabe. Pero si alguna vez llega a leer mi cuento, no olvide poner esas 3 canciones en constante repetición.

Pero en serio, han habido libros a los que les he construído soundtrack. Con "Dear Zoe" de Philip Beard, me pasó que al terminar de leerla, "Teachin' Myself to Dream" de Katy Rose no paraba de sonar en mi cabeza, como el track número del soundtrack. La cancioncita que suena de fondo cuando Tess -la quinceañera protagonista- besa a Jimmy -el chico rebelde- por primera vez, o cuando fuma marihuana por primera vez, lo que conduce a una de las escenas más memorables del libro, en dónde la voz de Katy Rose se escucha a todo volumen en mi cabeza.



O tampoco falta la novelita en que algunas escenas se dibujan en mi cabeza y se siguen como buen trailer de película (Con "Dear Zoe": escenas frenéticas de hospital y Regina Spektor que canta: "But God could be funny"). A veces me pasa con "Extremely Loud and Incredibly Close", de cuya adaptación cinematográfica hablaremos cuando sea correspondiente, pero hasta ahora, las cosas no se ven bien. Porque imaginarse una novela así en versión película ya es difícil. Y no lo digo sólo porque sea mi novela favorita.

Una difícil de imaginar es "Time's Arrow", en el top 3 de mis novelas de todos los tiempos, creo. Es que un trailer como ese requiere la oscuridad de alguien como Gaspar Noé (el director de Irreversible), y el soundtrack... no lo sé, alguien igual de oscuro y experimental. Quizá Hans Zimmer.

En fin, no es que espere que cada una de las novelas que leo se transforme en película, lo que me hace pensar en la fiebre de adaptaciones literarias que afecta a Hollywood de vez en cuando. Directores que a veces salen airosos, y otros que a veces fallan miserablemente. Pero ese ya es otro tema. Por ahora, yo me dedico a escuchar a la Nalick.

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