martes, 1 de febrero de 2011

SANT(iago) se lee como collage

Mientras yo me autoprohibo hacer click en el ícono de Microsof Word -y con poco éxito vale decir, si soy tan terco- Gmail me saluda con un mail que empieza: "Hola Juan pablo, ya publicamos la crítica de Sant, que está muy buena. En Enero estábamos full con Santiago a mil, que fue suficiente para llenarnos, pero estará arriba todo febrero y hasta marzo." Y se siente bien. Aunque sea una crítica en una revista online, se siente bien.

La ciudad de Santiago se merece una historia viva y SANT, de María José Navia, viene a ofrecer un buen mapeo o collage de las historias que se intersectan entre sus calles, opina Juan Pablo Vilches.

Santiago no es ni París ni Nueva York, por lo que estamos muy lejos de tener nuestro propio "Paris Je T'Aime" o nuestro "New York, I Love You". Sin embargo, a falta de una torre Eiffel, tenemos una torre Entel, y de un puente de Brooklyn tenemos un Puente Loreto. Y es que bajo el smog que cubre y ensucia nuestra ciudad también se tejen historias que esperan ser contadas, historias que escapan lo ordinario, y, por sobre todo, historias que ya era hora que alguien se decidiera a contar.

Así es como se construye SANT, la primera novela de la joven escritora María José Navia, como "la voz de todos los que un día tuvieron algo que contar", como reza uno de sus epígrafes, tomado de una canción de Santiago del Nuevo Extremo dedicada a la ciudad.

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